declaración de amor, seis

Si alguna vez vuelvo a escribir poemas, de los buenos, quiero que sean como estos:

NOTA ACLARATORIA

Nadie me entienda mal: no quiero ir de Quijote.
El desfacer entuertos ya ha pasado de moda
y cada cual es libre de pensar como guste.

Pero contra lo que la mayoría cree
Bogart jamás pronunció tócala otra vez, Sam,
el gol de Pelé nunca llegó a besar las redes,
el pan -por sí mismo, sin embutido- no engorda,
por buena que sea la ginebra si te aprietas
nueve gin-tonics te levantarás con resaca
y las letras mayúsculas -digan lo que digan-
siguen diligentes las reglas de acentuación.

Así que no pongáis cara de susto cuando afirme
que aquello de que el poeta ha de ser alguien raro
-excéntrico declamador de versos al sol,
por ejemplo, o siniestro, o inaccesible-
es una falacia más, otra leyenda urbana.

Poema de Eduardo Pérez Ruiz
del libro Paso de peatones (nº 115 de la colección Planeta clandestino, Ed. del 4 de agosto).