miedito me dabas

Reconozco que siento pavor ante un libro de prosa escrito por un poeta. Siempre imagino que me veré en las mismas que un personaje cabezón de Tim Burton ante una feria fantasma, rodeado de algodón de azúcar mohoso y parlante. Creo que le llaman prejuicios. He tenido durante demasiados días, cerrado y sobre la mesa, Actos imperdonables (Bartleby, 2013), el nuevo libro de relatos de Recaredo Veredas, precisamente por lo mucho que me gustó su libro de poemas. "Lo imagino sentado al borde de un gran charco, lanzando guijarros contra la fina capa de hielo que lo cubre. Los lanza con sumo cuidado para no romperla y, a la vez, deseando que ceda, esperando que esa capa por propia voluntad se abra para él". Eso dije cuando leí Nadar en agua helada (Bartleby, 2012), cuando me encontré con palabras conocidas, con palabras que se me parecían. Pero nunca lo imaginé, dulce y tímido Veredas, con mano tan firme para la prosa.

En estos once relatos que dan vida al libro (porque este libro está lleno de vida, enfermedad, dolor, guerra, amor, muerte) no hay ni pizca de sentimentalismo: Sólo queda tiempo para la huida o la resignación, no para la pena, dice. En eso me reconozco, en lo demás sólo me quito el sombrero.

Hacía muchos años, y no exagero, que no leía un relato tan bueno como El apaño. Bueno significa que me ha hecho viajar en el tiempo y verme sentada en el suelo de mi cuarto, en la casa de mis padres. Bueno significa ese vértigo de los que sabemos que estamos delante de algo que no sólo nos entretiene con palabras, con historias de las que te obligan a mascullar "¿Por qué no se me ocurrió a mí?", sino que tenemos delante, y bien abierto, un libro que nos lanza durante un buen rato a la estratosfera, y deseamos que el viaje no acabe nunca.

"Miedito me das", dije al leer sus poemas. Ya no me das miedo, Veredas. Ahora quiero que te quedes y sigas imaginando historias para mí.

http://www.bartlebyeditores.es/
https://www.facebook.com/pages/Bartleby-Editores/171287759765

enrique manostijeras

Soy de podar, así que no puedo más que identificarme con Desdecir (Ed. Amargord, 2013), el nuevo libro de poemas de Enrique Cabezón (Logroño, 1976). Conozco a Kb desde hace ya algunos años y sé que ama las palabras, así que puedo imaginar el trabajito que le habrá costado desprenderse (a tachones) de algunas, de la mayoría.

Según avanza el libro más me acuerdo del dulce Charles (hermano de Robert Crumb): el texto de los bocadillos de sus cómics se le fue de las manos, el texto ahogando a los personajes y, después, páginas y páginas únicamente de texto. Reconóceme, dulce Kb, que el rotulador negro te ha poseído (en la página 125 deja un poema de ocho versos en tres palabras, ay). Por una vez me alegro de eso que llaman "letra pequeña": a pie de poema-tachado está el original.

Me encantan los libros que, además de para emocionarnos, sirven para otras cosas. Si yo diera clases usaría este libro como libro de texto para mostrar el proceso de creación y como ejemplo de lo que deberíamos hacer todos los que escribimos al menos una vez en la vida: tachar lo que sobra, buscarle el esqueleto al poema. Ya lo dijo Gamoneda: Lupa y navaja.

Ahora me entran ganas de tachar lo que sobra de esta reseña: desdecir ama las palabras // desprenderse de la mayoría / poseído // el proceso de creación / lupa y navaja
http://amargordediciones.es/products-page/poesia/desdecir/

las decisiones

(Viñeta de Caín publicada en La razón, 22 junio 2013)
"Son las decisiones las que nos hacen ser quienes somos. Y siempre podemos optar por hacer lo correcto". Dijo Spiderman, sin duda, el mayor trepador conocido de todos los tiempos.

a los muertos

(Viñeta de Caín publicada en La razón, 14 junio 2013)
A LOS MUERTOS

Que descansan en guerra para que los vivos obtengan la paz
fotos amarillas,
lágrimas sorpresa,
objetos que nos llegan como de un naufragio,
con lejana evocación,
con rencor dulzón como membrillo,
flores secas,
suspiros semafóricos intermitentes
que acaban apagándose, silenciándose, olvidándose: muriendo.
Extensa nómina de mármol,
conversación remota,
verdadera, realmente muertos a la tercera generación:
-¿Quién será ese señor?
-Creo que era el abuelo.
Cuadros de gran formato en desvanes y desmanes perdidos,
ojos que ya no brillan,
severidad caduca,
gestos antiguos para pesadillas de sus deudos.
Muertos horriblemente muertos,
sin un adorno,
sin un objeto personal,
ni oro, ni brillantes
-Quitádselo, de recuerdo
Con un poco de suerte
tal vez una rosa en algún aniversario,
la sombra de una oración,
un respeto que muta la reverencia en renuncia,
una aparición fácilmente diluible,
un suspiro perdido...
Queridos muertos que descansáis en guerra,
polvo enamorado,
herencia de astillas y frío inmenso,
os adoro

Fernando Poblet
Dedicatoria.
Radio 3. 1986

poblet y todos los etcéteras

El escritor Fernando Poblet, murió el pasado 11 de junio. Mi amigo Jorge Laespada me envía este texto. Hemos entrado en una edad en la que no sólo se mueren los padres, también los maestros y hasta los amigos.

Fernando Poblet, escritor
Debo el conocer la voz de Fernando Poblet a mi amigo Javi Alonso. Al comienzo de los ochenta Javi (que trabajaba en el negocio familiar de fotografía) poseía una impresionante discoteca —cuando los estudiantes teníamos una ocho, diez vinilos como mucho— que compartió generosamente con mi hermano y conmigo. Fue como un hermano mayor, algo burlón y sensible y, claro, sé que tengo pendiente una acuarela sobre su alegre influencia en aquellos años. Era y sigue siendo muy entusiasta de la radio, un medio que a mí me encantaba ya que permite cierta libertad imaginativa y una completa libertad manual mientras la escuchas. Me habló un día de la Barraca, y de radio Tres y, ocasionalmente, empecé a escucharla. Pero cuando me pasó una cinta cassete con el programa inaugural de Tiempos Modernos (TM) me quedé anonadado. Había una selección de las colaboraciones más literarias, y aunque Matías Antolín destacaba con una prosa feroz y torrencial, Fernando Poblet Vega-Arango me cautivó por forma y fondo hasta el tuétano. TM era un programa pletórico con plumas para acojonar a la Parker: Javier Rioyo, Federico Volpini, Pedro Atienza, Jose Luis Moreno–Ruiz, Pedro Beltrán y alguno bellaco más que no recuerdo. Tengo grabadas algunas decenas de cassetes por mi cuenta de aquellos programas, de los coetáneos (Jack el Despertador), y de los posteriores (Tierra de Nadie, Pabellón de Insomnios, Víbora Enamorada, Dedicatorias, Rosa de Tanatorio y alguno más) que confío en digitalizar. Todo un elenco de bellacos cero en conducta que mostraban en sus textos caminos no trillados, perspectivas lúcidas, textos nada convencionales. Y entre todos destacaba Ferpo ("La radio se escucha porque Bayer aún no ha perfeccionado las grageas contra la soledad"). En el programa tenía una sección que acabó en libro, "Contra la modernidad". Otra deliciosa donde hablaba de crímenes y sucesos, siempre bajo la óptica de un cierto lirismo extremo "el mundo en blanco y negro" y que debió también acabar en negro sobre blanco. La tercera más efímera y propensa a sus chispazos y repentismos: "La Prensa hidraúlica" donde repasaba los titulares y las noticias de los medios procurando desmitificar las pomposas editoriales de El Pais, la caspa diamantina del abcé y las ínfulas sabiondas -nada como un periodista veterano para mostrarte los costurones zafios de los plumillas- de todos los demás; mientras, sonaba repetitivo, machacón, brutal "we will rock you" de Queen. Quiero mencionar también las dedicatorias que hizo en TM y en otros programas que eran una delicia y estaban más cerca de un poema con piraña sorpresa en su interior que de un artículo.

Para enamorarte de él sólo has de escucharle en unos cuantos programas de radio, para conocerle simplemente leer "Tú serás Baudelaire" su novela de noventa páginas publicada en el 1983.

La frase de Hebbel que abre el libro: "la corona de laurel se la lleva cualquier viento, la corona de espinas es inarrancable". Así, Fernando Poblet nos cuenta esa parte de la memoria que se confunde con la sangre porque los recuerdos son latidos y para poder ser narrados han de amalgamarse el dolor y la distancia. Detrás de sus evocaciones podréis ver, como en un fotograma de Kubrick, a alguien lejano que se aproxima hasta enseñarte que el juguete roto de su infancia es una trampa ineludible si has sido castigado con una sensibilidad extrema, esto es, incomunicable. Y quizá sólo se pueda hacer esto: construir un relato con la mermelada ácida de la memoria y esperar que te penetre como una enfermedad. Tras unos días de incubación florezca la sombra, la quietud y un nada extraño segundo latido en los barrios interiores.

Me gusta que me cuente la infancia triste e imperial que mis padres nunca me contaron. Y de esa memoria no contada brota la ficción, sin llegar a ocupar otro plano narrativo, sólo para quedarse pegada a los recuerdos, sólo para transformarlos, sólo para demostrarnos a los que sabemos que la memoria es el centro de todo que éso, todo, es ficción. Siempre es curioso ver a tu familia retratada por la prosa de otro. Póngase en vena una vez al año al menos.

He leído en un medio digital que –sorpresa– ya habia acabado la "continuación del Baudelaire", cuando la parca ha ido a poner un Koniek en su vida. En fin, veremos, ya que soy desconfiado de los papeles póstumos. A ver si hay suerte y la vieja pluma sigue con su doble filo, empapada en el curare del recuerdo crudo, buscando el corazón del lector. Gracias, maestro.

espejito espejito

¿De dónde la silenciosa tenacidad del iluso? Porque los tenaces hacen ruido, pero los ilusos comen solos y duermen a deshoras. El iluso se desliza por las calles los bares las camas, como si no buscara como si no quisiera encontrar. Aunque lo quiere todo, ya y para siempre.

¿De dónde ese soterrado y desmesurado afán de querer creer en algo del iluso? Porque los sindiós hacen ruido. Hasta tú, palabra miel, eres ruido recuerdo ahora, y decir por escrito desmesurado afán hace más ruido que un portazo de madrugada.

¿De dónde esta película-troyano que se instala en nosotros (como algunas ciudades) y nos empalidece a destiempo la sangre? No es una película es un estado de ánimo, dice uno de mis grillos amaestrados. Es un ectoplasma, le responde otro antes de ponerse a cantar.

Cuando menos te lo esperes (maldiciendo una cana frente al espejo, sacando punta a un lápiz o poniendo la mesa) se te aparecerá, se manifestará rompiendo los dos vasos que llevabas en la mano, y lo verás todo en tresdé sin necesidad de gafas siquiera.

El iluso parece que no mira, parece que no ve, parece que pasa por los escaparates de las librerías y de los cuerpos con una frivolidad obligada. Pero no. La mirada del iluso es la mirada punzante y perpleja de un halcón peregrino (porque la suerte del iluso es peregrinar) que sólo oteara por gusto, no por hambre. Esa misma mirada que ya vimos en Alexandre (el de La mamá y la puta, el mayor de los ilusos), ahora reencarnada en los ojos de Francesco Carril. Aunque eso es otra historia.

¡vivan las medallas de plata!

Nos asusta lo nuevo, y nos asusta porque inconscientemente sabemos que acabará por instalarse en nosotros, por dolernos dulcemente de algún modo. Por eso preferimos la comodidad del malo conocido, por eso a lo nuevo le buscamos referencias, para hacerlo nuestro sin trauma.

Camino sin GPS hacia la Feria del Libro de La Laguna (Tenerife, mi segunda casa) y oigo a Silvio Rodríguez a lo lejos. Su voz tan joven, su voz tan eterna, ¿a cuántos kilómetros estará envejeciendo ahora?, pienso e imagino a un tipo con la funda de la guitarra abierta conjurando sus canciones. Pero no. Al llegar a la Plaza de la Concepción veo en un escenario al poeta Alejandro Luque dándole al cajón, y a su amigo Juan Luis Pineda cantando guitarra en mano.

Coordenadas (producido por David León), ¿un grupo sin nombre o un disco sin título?, pienso e imagino a dos amigos de un lado a otro por amor al arte, como en una de sus canciones. Nueve canciones que ahora, días después, tarareo negando la cabeza cuando llego a "la de plata es la peor de las medallas". Un proyecto que durará lo que tenga que durar, sin rumbo marcado.

Voz propia (la de Pineda), que una vez que me toma, que la hago mía, ya no se me parece a la de nadie. Esas letras (las de Luque), esos poemas con música que se me clavan como agujitas, hablándonos a todos, de uno en uno, removiendo esa nostalgia de asaberqué que escondíamos a la altura de la nuez, en la boca del estómago, y ahora nos flota en los ojos.

Sabía que acabaría por dolerme dulcemente porque, aunque Alejandro Luque es uno de mis poetas favoritos, no es lo mismo leer que escuchar. "La música tiene conexión directa con el alma", dijo Kandinski (el muy cabrón) como si hubiese escuchado la voz de Juan Luis Pineda.

https://www.youtube.com/watch?v=mhmsAnkzwl4
www.juanluispineda.com
www.alejandroluque.com

gatos y mangurrias

El amigo José maría Cumbreño me envía el nuevo número de la revista digital Gatos y mangurrias dedicado a la poesía latinoamericana actual. El diseño es de los editores de Rumorvisual.
http://issuu.com/rumorvisual/docs/trece_gatosymangurrias